miércoles, 28 de enero de 2015

"Amistad" y "redes sociales". Siempre dos expresiones tan difíciles de relacionar para mí. 


Me considero una persona bastante introducida en el mundo de Internet, y con ello sumergida también las redes sociales, como son Twitter, Facebook o Instagram. Interactúo casi constantemente con gente mediante tuits o fotos, suelen ser temas de música, algo de literatura e incluso anécdotas del día a día. Hasta ahí para mí llega el uso de las redes, un medio para aprender y para que aprendan de ti, un modo de promocionarte y enseñar al mundo tus puntos fuertes e inspirarte en los de los demás. 


Pero la palabra "amistad" impone, y yo no la introduciría en este ámbito. Es un término que no se le debe atribuir a la relación que se tiene con un conocido o un colega. De hecho, las veces que se puede usar esta palabra puede contarse con los dedos de una mano, por hartos que estemos de oírlo. Forjar una amistad mediante una red social lo encuentro bastante difícil, verdaderamente un deporte de riesgo, y aunque no me suele ocurrir, en este tema sí que me mantengo bastante tradicional. 


Claro que el contacto físico con una persona, el mirarle a los ojos y conocer su voz y sus gestos día a día puede salir mal. Que la relación se encuentre fuera de las redes sociales no significa necesariamente que ésta tenga que ser sincera y que salga bien. Es evidente que no siempre es así, y que hay riesgo de cometer un error, de equivocarse. Pero puesto que es tan complicado encontrar una amistad, tal y como para mí conlleva la palabra, las posibilidades de decepcionarse disminuyen si al menos se tiene a la persona en frente. Ya pudiera ser un gesto, o una expresión como reacción a algo que se haya dicho, son pequeños guiños que pueden servir de ayuda.

Y ya son más pistas que las que ofrece el tipo de letra con la que escribe.










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