jueves, 5 de febrero de 2015

"No apreciamos la vida hasta que sentimos que la perdemos"

Hoy quiero detenerme en todas aquellas personas que no tienen la oportunidad de detenerse. Sí, personas que sienten la necesidad de no parar, puesto que no saben en qué momento su corazón va a decidir hacerlo. 

Vi este vídeo por casualidad, deslizándome por Facebook. Es curioso lo mucho que transmite en tan solo cinco minutos. Son de esa clase de documentales que hacen reflexionar sobre temas en los que no sueles pararte a pensar, simplemente los ignoras y solo los recuerdas cuando se celebra su día mundial o sale un caso en la televisión. Supongo que vivimos más felices siendo ajenos a lo que nos resulta difícil de afrontar, y no lo critico, porque es sencillamente un mecanismo de defensa. Pero qué distinta que se ve la vida desde sus ojos. Qué importancia nace del aire que roza sus caras, de la arena entre los dedos, del sol en la piel. Qué concepto más sencillo de felicidad que poseen las personas enfermas de cáncer. Porque es de ellas de quienes hablo, es a ellas a quien les quiero regalar un pequeño espacio en mi blog, unos minutos de mi vida. 

Me gustaría estudiar traducción e interpretación, viajar lejos, volver después, viajar de nuevo, construir una casa con las dimensiones de mis sueños... Me gustaría que mi trabajo me ofreciera una cantidad de dinero considerable y disfrutar con él de ciertas cosas materiales que considero que "necesito". Qué ingenua. "Necesitar". Algunos no nos damos cuenta del mal uso que le solemos dar a ese verbo, con la de cosas sencillas que recoge para muchos otros. 

Es increíble la diferencia de la percepción de la vida entre alguien que siente de cerca la muerte y alguien que no tiene esta preocupación. Misma edad, mismo sexo, misma ciudad, y solo una cosa que no es común: la forma de vivir. Solo una cosa, pero que lo cambia absolutamente todo. A veces es importante empaparnos de esa humildad y esa sencillez, e intentar ver lo que nos rodea a través de sus ojos. Simplemente tener a esa persona justo en frente, y dejar atrás tus carencias para darte cuenta de lo que tienes. Asomarte al vacío para sentir el vértigo, y una vez hecho esto, apreciar el camino de tierra que dejabas atrás bajo tus huellas, entre los dedos de tus pies, antes de llegar a él.

Valorar que, por suerte, sigues respirando. 









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