¿Has probado alguna vez a introducir la palabra "selfie" en el buscador del periódico El País?
Como era de esperar, los resultados no son nada innovadores. Este fenómeno se ve reflejado como un acto egocéntrico y de simple postureo, una manera de presumir de dónde estás, con quién estás, y quién eres. En la mayoría de los artículos se presenta como una moda y se menosprecia en cierta manera. Yo, sin embargo, no lo veo así. Es cierto que hay casos en los que se lleva al extremo y no vemos más allá de nosotros mismos y de nuestro cuidadísimo cutis, pero si vamos por ahí, en todo en esta vida puede una encontrarse excepciones. ¿Acaso no es algo positivo que un día te levantes, te mires al espejo, y te gustes?. Desbloquear el móvil y sacarte una foto, simplemente por eso, porque hoy te gustas, y decidir compartirla con tus amigos. Dudo que diez segundos de selfie en La Torre Eiffel impida disfrutar de ella, o del concierto de tu grupo favorito, o de las vacaciones en la playa con tu familia. Y en cuanto al término "moda", ¿qué problema hay en que el selfie se convierta en una?. Poco se me ocurre en este momento que no haya sido moda, puesto que la copia de algo novedoso es muy corriente, y que se extienda, también lo es.
Además, yo considero algunos selfies verdaderas obras de arte, como por ejemplo el que he elegido para esta entrada.
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